JULIÁN TRULLÉN
Seguro que alguna vez has preguntado o cuando te han preguntado “¿Qué es lo que quieres en esta vida? “, han o has respondido “Ser Feliz”. Incluso ahora hay una corriente de conferenciantes, coaches, formadores, políticos que apoyan la corriente del buenismo y la peligrosa idea de que una de las misiones de la empresa es “hacer feliz a su gente” bajo el paraguas (o excusa) de la Psicología Positiva. En el fondo, desde nuestra opinión, demuestran que son unos vende humos, y que se han quedado en un concepto bastante corto y anticuado del enfoque de Seligman de la Psicología Positiva, y que además plantean un mensaje poco profesional, peligroso, oportunista e indocumentado. Y lo que es peor, están generando una corriente de frustración y autoengaño en los que la buscan “el ser feliz” como el “soma” de la vida. No sólo digo que es un mensaje poco útil para la vida personal y organizacional, sino que está anclada en muchos casos en un mensaje distorsionado en el origen de la Psicología Positiva, ya que según uno de sus impulsores Martin E.P. Seligman, es falso y no conveniente. Para Seligman, el monismo de la felicidad no solo entra en claro conflicto con los hechos, sino que resulta una mala guía moral.
Según testimonio de M Seligman en su libro La Vida que Florece (2011) cuando escribió en 2002 el libro “La Auténtica Felicidad” quiso llamarlo Psicología Positiva, pero al editor le pareció que incluir el concepto “felicidad” le ayudaría a vender más libros. Para Seligman, que no supo/pudo rebatir al editor, el problema con ese título y con “felicidad”, no es que se queda corto en la explicación, sino que la palabra “feliz” se relaciona con un estado optimista, la diversión, el buen humor y las sonrisas. Y según escribo textualmente “lo que resultaba más molesto es que el título me dejaba con la horrible cara de emoticono sonriente siempre que en las noticias se mencionaba a la Psicología Positiva. Desde un punto de vista histórico, la “felicidad” no está íntimamente ligada a tanto hedonismo y guarda mucha menos relación con las intenciones que albergo para la psicología positiva”. Palabras textuales.
Seligman añade que cuando…
Tales considera que todo es agua,
Aristóteles que toda acción humana tiene como fin la consecución de la felicidad,
Niestzsche que toda acción humana tiene como fin alcanzar el poder,
O que Freud que toda acción humana tiene como fin evitar la ansiedad,
… todos esos genios del pensamiento cometieron el error garrafal del monismo, según el cual todas las motivaciones humanas quedan reducidas a una sola. Al reducirse de esta manera el número de variables, todas ellas sacan muy buena nota en el examen de la “parsimonia”, máxima filosófica que dicta que la respuesta más sencilla es la correcta. Pero la parsimonia tiene un límite inferior a la hora de disponer de variables para explicar los matices complejos del fenómeno, ya que escasean y no explican nada de nada.
Dice Seligman, que de los monismos citados, en su visión original se acercaba más a la propuesta de Aristóteles, pero, textualmente, “detesto la palabra felicidad que está tan manida que prácticamente ha perdido su significado. Se trata de un término impracticable para la enseñanza, la terapia, la política pública o el cambio de vida a nivel personal”; yo añado impracticable y suicida al incluirlo como enfoque de gestión en una organización. En su nuevo libro, el deseo de Seligman es disolver el monismo de “felicidad” en elementos con que se pueda trabajar.
DE LA AUTENTICA FELICIDAD A LA TEORÍA DEL BIENESTAR
Seligman pensaba en 2002 que el núcleo de la Psicología positiva era la felicidad y que el patrón oro para medirlo era la satisfacción con la vida, y que el objetivo de la psicología positiva era aumentar dicha satisfacción. Ahora considera que el núcleo de la psicología positiva es el bienestar, que el patrón oro para medir el bienestar es el crecimiento personal y que el objetivo de la psicología positiva es aumentar dicho crecimiento. Esta teoría la denomina la teoría del bienestar y difiere sobre manera de la teoría de la auténtica felicidad.
La teoría de la auténtica felicidad es unidimensional, versa sobre sentirse bien y que las decisiones que tomamos en la vida sirven para maximizar como nos sentimos. La teoría de la auténtica felicidad está centrada en la emoción positiva, la entrega (o capacidad de vivir centrado y fluyendo) y en el sentido (la intención o el para qué de la vida) y en palabras de su creador Seligman, adolece de tres deficiencias.
- La primera es la connotación popular imperante del término felicidad inextricablemente ligada a estar contento. Además los críticos afirman que la teoría de la auténtica felicidad redefine de manera arbitraria el concepto de felicidad.
- La segunda deficiencia es que la satisfacción con la vida ocupa un lugar demasiado privilegiado en la medición de la felicidad, lo que le hace estar ligado de manera desproporcionada al estado de ánimo, algo bastante vulgar. La visión de la felicidad basada en el estado de ánimo relega al 50% de la población mundial que tiene “afectividad con baja positividad” al infierno de la infelicidad. Aunque le falte alegría, puede tener una vida con sentido y vivirla con entrega. Y dice “la decisión de construir un circo en vez de una biblioteca basándose en la felicidad que puede proporcionar tiene más en cuenta a quienes son capaces de disfrutar de un estado de ánimo alegre que a quienes no lo son tanto… Esencialmente la satisfacción con la vida mide el estado de ánimo alegre, por lo que no merece ocupar un lugar central en ninguna teoría que tenga por objeto ser algo más que una “felicidalogía””.
- La tercera deficiencia en palabras de su creador, es que la emoción positiva, la entrega y el sentido no agotan los elementos por los que las personas eligen por su valor intrínseco (lo que se elige no debe de estar al servicio de nada más).
La nueva teoría del bienestar soluciona estos tres problemas.
El bienestar es un constructo, no es algo real, que a su vez se descompone en elementos mensurables reales; cada uno de ellos contribuye al bienestar y ninguno define el bienestar por sí mismo. En cambio la felicidad es una cosa real que está definida por medidas sumamente concretas. Por ejemplo el “tiempo” es un constructo que se mide por aspectos reales, como la temperatura, la humedad, la velocidad del viento, la presión atmosférica, etc. y solo midiendo todos los elementos tenemos una idea del tiempo. No hay ninguna medida única que lo defina de forma exhaustiva, pero hay varios elementos que contribuyen al mismo. Al contrario, la teoría de la auténtica felicidad, la satisfacción con la vida mide la felicidad, como la temperatura y el viento definen el descenso de temperatura.
LOS ELEMENTOS DEL BIENESTAR
La teoría del bienestar consta de cinco elementos, y cada elemento debe tener tres propiedades:
- Contribuir al bienestar
- Muchas personad lo buscan por su valor intrínseco
- Se define y se mide de forma independiente del resto
Los cinco elementos son
- Emoción positiva o vida placentera. Es el mismo que en la teoría de la auténtica felicidad pero con un cambio fundamental: deja de ser el objetivo de la teoría.
- La Entrega sigue siendo un elemento como en la auténtica felicidad, al que se valora de manera subjetivo. Hay que tener en cuenta que cuando fluimos, el pensamiento y el sentimiento suelen desaparecer hablando siempre en retrospectiva, decimos “fue divertido” o “ha sido extraordinario”. El estado subjetivo de la entrega aparece a posteriori.
- El Sentido sigue siendo un elemento del bienestar. El sentido no se limita a un estado subjetivo, puedes estar viviendo un momento de esfuerzo, incómodo emocionalmente hablando y con un sentido repleto de significado. Nuestra vida necesita un sentido, un PARA QUÉ superior que nos transcienda.
- El manejo de las Relaciones. Hay pocas cosas positivas que sean solitarias. Todos los momentos álgidos de la vida suelen tener un elemento común, se produjeron en relación con otras personas. Los demás son el mejor antídoto contra los momentos difíciles de la vida y la forma más fiable para animarse. Para el neurocientifico J. Cacioppo la soledad es un estado tan incapacitante que obliga a creer que la búsqueda de relaciones es un principio básico del bienestar humano.
Aunque todos sepamos que una de las cosas que más nos desgastan en el día a día es la relación con los demás, no puede negarse la influencia que las relaciones positivas o la falta de ellas ejercen en el bienestar. Ahora bien, en ESTREM creemos que las relaciones negativas, conflictivas o no útiles (sobre todo en el ámbito profesional) no deberíamos desestimarlas, huir de ellas o pelear, sino aprender a manejarlas, como ESTREM propone. Además, según los biólogos Edmund O. Wilson y David Sloan, la unidad de selección natural es el grupo, frente a otros como R. Dawkins, que con la teoría del gen egoísta, postulan que la única unidad es el individuo. Que sea el grupo requiere de una mayor capacidad craneal para el manejo de las situaciones complejas sociales, no físicas.
- Los Logros suelen buscarse por su valor intrínseco, incluso cuando no aportan emoción positiva. Ganar por ganar solo puede tener como objetivo la búsqueda de la riqueza, incluso ganan “feo” pudiendo hacer trampas incluso. Pero hay otros que juegan y pueden ganar “bonito” y cuando pierden, cuando han disfrutado, resulta igual de maravilloso motivados por la entrega o emoción positiva, que Seligman matiza como el logro en su forma ampliada y que llevan una “vida conseguida”. Estas personas suelen estar absortas en lo que hacen, suelen buscar el placer con avidez y es posible que ganen por un objetivo de mayor calado.
La teoría del bienestar es plural respecto del método, y las decisiones que tomemos irán destinadas a maximizar estos cinco elementos. Este aspecto es fundamental respecto de la teoría de la auténtica felicidad, según la cual las decisiones se basan en la estimación de cuanta felicidad (satisfacción con la vida) nos reportarán y entonces seguimos la vía que maximiza la felicidad futura. Aspecto que condicionan totalmente nuestras decisiones, ya que proyectamos situaciones de esfuerzo o no emoción positiva, y bloquean nuestro avance en la vida. Para Seligman, la teoría de la felicidad fracasa estrepitosamente como única explicación de nuestras decisiones. En el libro Un mundo feliz, se parodia esta cosa cuando el gobierno es el que fomenta la felicidad drogando a la población con un euforizante llamado “soma”. Y sé de personas que siguen buscando euforizantes para sentirse feliz, como los alcoholes, drogas, compras de todo tipo, sexo… De la misma manera, si la felicidad personal futura fuera nuestro objetivo, tenderíamos a dejar a nuestros ancianos padres para que murieran. Por ello dice Seligman, que el monismo de la felicidad no solo entra en claro conflicto con los hechos, sino que resulta una mala guía moral. Cuando ampliamos en sentido y en manejo de las relaciones, decidimos tener hijos y cuidar a nuestros padres.
A mucha gente proyectar solamente una situación de futuro no asociada a la emoción positiva le bloquea la posibilidad de abordar situaciones complejas de la vida (y de la vida organizacional). Y ¿cuál puede ser el impacto de lanzar una política de “encargarnos de hacer feliz a nuestro personal”? ¿Y si tenemos que cambiar turnos? ¿Y si tenemos que poner objetivos más desafiantes? ¿Y si tenemos que reducir el coste del comedor? Puede que la respuesta sea… “esto no me hace feliz” … ¿y entonces qué?