JULIÁN TRULLÉN. CAMBIÓLOGO®.
Uno de mis aprendizajes de vida fue que el extendido mensaje inconsciente de “querer ser feliz” como fundamento de vida no es útil. De hecho, querer “ser feliz” tal y como se entiende en el pensamiento colectivo, te hace no abordar momentos clave en los que la tristeza sirve para evaluar y poder mejorar, la determinación para abordar situaciones de conflicto, el miedo para identificar en qué hay que prepararse, etc. El psicólogo israelí Tal Ben-Shahar, 25 años profesor en Harvard, y uno de los expertos mundiales en eso de “la felicidad” apoya esta idea. En su entrevista en el diario El País el 4 de octubre de 2019, plantea que “No es posible estar siempre feliz. Las emociones negativas, como la rabia, el miedo, o la ansiedad, nos hacen falta. Solo los psicópatas están a salvo de eso. El problema es que, por falta de educación emocional, cuando las sentimos, las rechazamos, y eso hace que se intensifiquen y que nos domine el pánico. Si bloqueamos una emoción negativa, igualmente lo hacemos con las positivas. Hay que sentir el miedo y ser conscientes de que tiramos hacia adelante con él. No es resignación, sino una aceptación activa” .
Por otro lado, una de las causas principales de nuestros estados de frustración son las expectativas que nos ponemos. El otro día leía a uno de estos genios de la estupidez, “que ser feliz es sencillo”, mensaje que no solamente es inútil en su contenido, sino que aún genera más frustración en la gente que “quiere ser feliz”. El señor Nardone lo tiene claro, “querer ser feliz es inútil” y puede llevarte a la frustración y la depresión, primero, porque ser feliz es en sí mismo una utopía, y segundo, porque el que espera ser feliz, puede que empiece a sentir que todo el mundo es feliz menos él (muy de redes sociales), y eso generarle la frustración y la depresión. Para Tal Ben-Shahar “Las expectativas tienen un papel clave en la felicidad. La más peligrosa es creer que se puede estar en la cresta de la ola de forma constante. La obsesión por ser feliz todo el tiempo hace que la gente se sienta miserable. En los últimos años las redes sociales han influido bastante; ver las caras sonrientes de los demás, sus relaciones de pareja idílicas, un trabajo ejemplar. Cuando sentimos tristeza o ansiedad esas imágenes refuerzan nuestra idea de que algo estamos haciendo mal. Pero nada de eso es real, todos vivimos en una montaña rusa emocional. Es inevitable y no es malo”
Además, asociamos muchas veces el cumplimiento de esas expectativas al sentirnos valiosos e importantes. Y esto se ve reforzado por otra idea en el pensamiento colectivo de lo que es hoy ser un buen padre o buena madre, “conseguir que mis hijos sean felices en el futuro y que no les falte de nada”. Esto, junto con que tenemos acceso a todo sin mucho esfuerzo y con la asociación de que “el esfuerzo es doloroso y por tanto no me hace feliz”, puede que esté creando los datos que se plantean en la entrevista: “El 14% de los jóvenes europeos entre 15 y 24 años está en riesgo de sufrir depresión —según el último informe de Eurofound— y lideran el ranking países como Suecia (con una tasa del 41%), Estonia (27%) y Malta (22%). En España, donde la tasa de desempleo juvenil es más elevada, está por debajo del 10%. ¿Qué está fallando? A esa pregunta, el profesor Tal Ben-Shahar contesta “En Estados Unidos cada cinco años se miden los niveles de salud mental, que suelen variar un 1% hacia arriba o abajo. En el último periodo, los resultados han sido muy diferentes: entre adolescentes, los niveles de depresión han crecido hasta en un 30%. Uno de los motivos es que están disminuyendo las interacciones cara a cara, se sustituyen por el smartphone. Las relaciones personales son un antídoto contra la depresión”
La entrevista sigue con la pregunta” En el siglo XIX se trabajaba hasta 18 horas diarias y ninguna ley impedía hacerlo 24 si era necesario. Hoy tenemos mayor calidad de vida. ¿Cuál es la raíz de la insatisfacción permanente?” Respuesta. “La expectativa de vida de los trabajadores era proveer suficiente comida a su familia para sobrevivir. Hoy pensamos en ganar más dinero, en las vacaciones soñadas… Hoy lo puedes hacer todo; aunque tengas un empleo interesante y te gusten tus colegas, no es suficiente. Como puedes elegir y cambiar, nunca estás satisfecho”
Y cuando le preguntan cómo prepararnos en la escuela para saber que es la felicidad, Tal Ben-Shahar responde “Hay que enseñar a cultivar relaciones sanas, a identificar propósitos y sentido en lo que hacemos. Y lo más importante: a encontrar tiempo para el descanso. Las investigaciones han demostrado que ese el gran problema, que no nos recuperamos del estrés. No vale con leer best sellers de autoayuda, hace falta una acción.” Y yo añadiría ni una charla ni un vídeo ni un curso de un iluminad@ que va vendiendo motos. La felicidad no es el fin de la vida, no es el propósito de estar vivo, es un estado emocional útil para compartir, e inútil para el resto de situaciones humanas. En mi hipótesis prefiero dar rienda al concepto de “coherencia emocional” en el que para cada situación aprendemos a vivir y experimentarla con la emoción adecuada. A lo que Tal Ben-Shahar añade que es necesario “Aprender que la felicidad no es un código binario, de uno a cero, sino un subir y bajar. Es un viaje impredecible que termina cuando mueres”.
Gracias por esta aclaración y este enfoque humano de la felicidad y el bienestar,
Julián Trullén