De la fragmentación a la totalidad
«El arte, la ciencia, el trabajo humano, etc. están divididos en especialidades y se considera que cada una de ellas está en esencia separada de las demás» – Bohm
Además, la sociedad se ha desarrollado de tal modo que se ha visto separada en naciones, grupos sociales, religiosos, políticos, económicos, del mismo modo se considera el ambiente natural del hombre como un agregado de partes existentes por separado que son explotadas por diferentes grupos de gentes. De manera parecida, el ser humano ha sido fragmentado en gran número de compartimentos separados y en conflicto según sus diferentes deseos, objetivos, ambiciones, lealtades. Siempre ha sido necesario para el ser humano y propio de su pensamiento dividir y separar las cosas para poder abordarlas a proporciones manejables ya que, si tratáramos de abordar con toda la realidad a la vez, nos estancaríamos en ella.
La creación de temas de estudio y la división del trabajo fueron pasos importantes hacia adelante incluso al principio, que el hombre se diera cuenta que él no era la naturaleza, le permitió desarrollar una autonomía mental para ir más allá de la propia naturaleza con su imaginación y su trabajo. Pero esta habilidad de separarse del entorno y dividir las cosas le ha llevado a resultados negativos porque ha perdido la consciencia de lo que está haciendo y para que lo está haciendo, extendiendo el proceso de división más allá de los límites en los que funciona correctamente.
En lo esencial el proceso de división es una manera de pensar sobre las cosas adecuadas principalmente para las actividades prácticas técnicas y funcionales (por ejemplo, dividir los campos de cultivo, las actividades del grupo). Sin embargo, cuando este modo de pensar se amplía a la noción que el hombre tiene de sí mismo y el mundo entero en el cual vive, empieza a verse a sí mismo y al mundo como firmados realmente por fragmentos con existencia separada. Guiado por un concepto fragmentario de su propio mundo, el hombre empieza a romperse a sí mismo y a su mundo, para que así todo parezca a su forma de actuar y de pensar. Así consigue una prueba aparente de que su idea fragmentaria es correcta, aunque no advierta que es el mismo, actuando según su propia forma de pensar el que ha introducido esa fragmentación, que ahora parece tener una existencia propia, independiente de su voluntad y su deseo. La nueva forma de pensar que se impone es la de Totalidad, necesitamos ver la vida de manera global.
Bohm desvela que la fragmentación produce continuamente la costumbre casi universal de pensar que el contenido de nuestro pensamiento es “una descripción del mundo tal y como es”. Consideramos nuestro pensamiento en correspondencia directa con la realidad objetiva. Como el pensamiento está formado por divisiones y distinciones, nos lleva a considerar esto como real y a experimentar el mundo cómo realmente dividido.
Pensamiento o Inteligencia
«El proceso del pensamiento es la respuesta activa de la memoria en cada fase de la vida» – Bohm
Y de manera indisoluble incluye la respuesta intelectual, emocional, sensitiva, muscular y física. Tratados separadamente produce fragmentación y confusión. Todos ellos constituyen un proceso de respuesta, y que a su vez produce una nueva contribución a la memoria, condicionando así el pensamiento siguiente. Visto así, el pensamiento es básicamente mecánico en su modo de operar. O bien es la repetición de una estructura existente, traída por la memoria, o es cierta combinación, adaptación y organización de los recuerdos en subsiguientes estructuras de ideas, conceptos, etc. estas ideas pueden tener algún componente novedoso resultante de la interacción fortuita de algún elemento de la memoria, aunque tal novedad sigue siendo básicamente mecánica
En este proceso mecánico no hay razón intrínseca para que los pensamientos que surjan sean relevantes o adecuados a la situación real. La acción de percibir si los pensamientos particulares son relevantes o adecuados o no lo son, requiere de una energía que no es mecánica, una energía a la que llamaremos inteligencia. Puedes estar, por ejemplo, trabajando en un problema complicado durante bastante tiempo y de pronto en un momento de comprensión, ver la irrelevancia de esa manera de pensar verlo de desde un enfoque nuevo en el que los elementos encajan en un orden y estructura nuevos. El momento es más un acto de percepción que un proceso de pensamiento, aunque a continuación pueda ser expresado en el pensamiento.
De esta manera, todas las respuestas de la memoria mecánicas y condicionadas, las llamamos pensamientos, y lo hemos separado de todas las respuestas frescas, original e incondicionadas respuestas de la inteligencia (o percepción inteligente) del que puede surgir algo nuevo. Y si no le prestamos la suficiente atención al proceso real del pensamiento propio, meternos en una respuesta condicionada de la memoria, que en el fondo no es más que una forma de pensar que pretende dar una “visión de totalidad de la realidad” en tratar tácitamente este pensamiento como un concepto que se ha originado independientemente del pensamiento, con lo que implica que su contenido es realimentarse la totalidad de la realidad.
Considerar ese conocimiento de la “totalidad de la realidad”, presupone dotarlo de una manera fija y definitiva y sin posibilidad de cambio. Adoptar esta actitud nos imposibilita el movimiento libre de la mente que necesitamos para la claridad de nuestra percepción, contribuyendo de esta manera a la omnipresente distorsión y confusión que se extiende por todos los aspectos de la experiencia.
La función de un pensamiento es la de hacer surgir una nueva percepción, antes que comunicar un pensamiento reflexivo de cómo es todo, esto supone que no debe de haber una forma final de pensamiento. Si ponemos la atención y conciencia al pensamiento de manera que discurra en el flujo permanente del acontecer, no caeremos en el hábito de tratar su contenido como una realidad final y esencialmente estática, independiente del pensamiento. El proceso no tiene fin, ni sabemos dónde nos va a llevar. Y es evidente que tendremos que estar abiertos a posteriores cambios de orden fundamentales en nuestro pensamiento. Estos cambios vendrán con frescos y creativos actos de intuición que nos necesarios para el movimiento ordenado de ese pensamiento.
Debemos de estar muy atentos ser muy cuidadosos porque tendemos a fijar el contenido esencial de nuestra discusión en un concepto o imagen particular (que ha sido creado por nuestro pensamiento), hablar de él cómo si se tratara de una cosa separada que fuera independiente de nuestro pensamiento acerca de ella.
Imagina que piensas y discutes porque piensas que “eso no va a funcionar”, eso de momento solo es una imagen generada por nuestro proceso global de pensamiento, es decir, una respuesta de la memoria, que es un residuo de una pasada percepción de la mente. Y quedamos atrapados otra vez en un movimiento en el cual tratamos con algo originado en nuestro propio pensamiento como si fuera una realidad originada independiente de este pensamiento. Nosotros le llamamos alucinación. De ahí que nuestra estrategia de interacción sea primero la de llevar a la persona a la conciencia de que “esa cosa” no es real, que no es independiente de su pensamiento, con la pregunta ¿cómo lo sabes?. Hasta que diga, “no lo sé” no podrá ser consciente y evidenciar que esa “cosa” es fruto de su pensamiento. En segundo lugar, buscamos el movimiento sutil que ha generado ese pensamiento a través de una pregunta acerca de lo que hay en su memoria, con la intención de abrir la percepción a una nueva posibilidad y generando un muevo movimiento y fluir del pensamiento creativo para resolver la percepción antigua de su memoria. Este salto creativo e intuitivo podrá generar una nueva forma de relacionarse con la realidad.
Una respuesta a «VUCA 14. La importancia de una nueva forma de pensar: fragmentación y pensamiento»
Los comentarios están cerrados.